TAMARA DE LEMPICKA
Glamour, pasión, refinamiento y una percepción deliciosa de la elegancia; fue lo que me transmitió la exposición de Tamara de Lempicka.
Una mujer que telegrafía sus cualidades y su gusto por vivir inténsamente, en su vida y su pintura.
Un manejo extraordinario del color entre neocubismo refinado y art deco, le dan un aire aristocrático y libre, a su pintura.
Renunciando a temas profundos y transmitiendo ¨La alegría de vivir ¨ de la Belle époque, (1890-1930) que fue la epoca, que le toco vivir con intensidad.
Entregándose a la forma, y a la frivolidad de su época, seduciendo al espectador, con temas sensuales, salpicados con un toque andrógeno, a veces un tanto lésbico, de enorme libertad creativa y sensualidad; transmite en sensaciones tangibles, los sentíres de su época.
Desde que entras a la exposición, un vídeo transmite con amplitud su vida y obra, dando un referéndum del panorama bastante ameno y completo; así, habiendo escuchado y visto el video, te guia a disfrutar con mayor intensidad esta exposición.
Perfectamente seleccionada la secuencia de obras por el curador (`el que se encarga de arreglar una colección para alcanzar un efecto deseado') , seducen a tus sentidos, los colores, texturas, y refinamiento de las obras, impactando implacablemente desde un principio, ¨Autorretrato en Bugatti Verde ¨ que emana la exquisitez y refinamiento de la artista. Seduciéndonos la imaginación, en extravagante auto de color verde jade, con un rostro y atuendo en similar a Coco Chanel.
Posteriormente en la segunda sala, me dio la sensación que el curador seleccionó, las imágenes masculinas para esta parte de la exposición.
Lo que llamo mi atención fue, la pintura del conde Tadeusz de Lempicki, quien fué su marido y que en el tiempo que pintaba la obra, transcurrió su divorcio, y así, en consecuencia dejaría la obra inconclusa, exclusivamente dejando así la mano izquierda del retrato.
Este cuadro transmite una profunda admiración, por el Conde, que majestuosamente lo muestra en refinada actitud, envuelto en un abrigo negro, que acentúa su masculinidad y porte ayudado por los trazos rectos del neocubismo.
Exquisito contraste de emociones que transmite la artista, pasando de la admiración al desdén y resentiminiento; así en consecuencia, dejándo el cuadro en el olvido.
La parte final de la sala cierra con broche de oro, con varias pinturas que cautivan la atención, por su sensualidad, equilibrio y manejo del color, así como proyectan las emociones del retratado en perfecta forma, por todas las herramientas y recursos de tan extraordinaria pintira que es; Tamara de Lempicka.
Tres cuadros son extraordinarios: El primero de ellos es una mujer de formas generosas recostada en un sillón, entallada en un neglige de satín rojo, en donde telegrafía con toda sensualidad los detalles de las voluptuosas formas de la mujer retratada, jugando la pintora con los pliegues y lineas del satín, para lograr el efecto deseado.
La posición y mirada tímida y a la vez lasciva, emana un desnudo del renacimiento italiano, o a la maja vestida de Goya.
Las otros dos poderosos cuadros que me cautivaron al final del trayecto, fueron:
Una mujer de sensuales y encendidos labios rojos, envuelta en una mascada azul y un gorro muy ad-hoc a la época de los veintes, con un poder cromático delicioso de el contraste de azules de la mascada y el rojo encendido de sus labios.
Por ultimo el cuadro, que bien puede ser la portada de su obra.
Donde una joven mujer, es retratada en sensual vestido de delgadas y finas telas, que en un exquisito juego, por los pliegues y el viento, la pintora provoca telegrafíar los sensuales pechos y tiernos pistilos de la joven.
Aderezando esta imagen, la joven porta unos elegantes y entallados guantes blancos que escalan por el antebrazo de la dama, que en apurado gesto, se detiene el sombrero del efecto que causa el viento, haciendo travesuras en favor del ojo masculino.
Este exquisito momento capturado por la artista, es percibido por el espectador con toda la fuerza que pretende la pintora.
Bella, moderna y elegante: Tamara de Lempicka, se adelantó a su época, pues bien con esa imagen, podría representar cualquier campaña moderna, de alguna línea de perfumes o talvez, ser un icono de la mujer moderna; imagen por la que cualquier publicista, se desviviría o por su obra.
Una mujer que telegrafía sus cualidades y su gusto por vivir inténsamente, en su vida y su pintura.
Un manejo extraordinario del color entre neocubismo refinado y art deco, le dan un aire aristocrático y libre, a su pintura.
Renunciando a temas profundos y transmitiendo ¨La alegría de vivir ¨ de la Belle époque, (1890-1930) que fue la epoca, que le toco vivir con intensidad.
Entregándose a la forma, y a la frivolidad de su época, seduciendo al espectador, con temas sensuales, salpicados con un toque andrógeno, a veces un tanto lésbico, de enorme libertad creativa y sensualidad; transmite en sensaciones tangibles, los sentíres de su época.
Desde que entras a la exposición, un vídeo transmite con amplitud su vida y obra, dando un referéndum del panorama bastante ameno y completo; así, habiendo escuchado y visto el video, te guia a disfrutar con mayor intensidad esta exposición.
Perfectamente seleccionada la secuencia de obras por el curador (`el que se encarga de arreglar una colección para alcanzar un efecto deseado') , seducen a tus sentidos, los colores, texturas, y refinamiento de las obras, impactando implacablemente desde un principio, ¨Autorretrato en Bugatti Verde ¨ que emana la exquisitez y refinamiento de la artista. Seduciéndonos la imaginación, en extravagante auto de color verde jade, con un rostro y atuendo en similar a Coco Chanel.
Posteriormente en la segunda sala, me dio la sensación que el curador seleccionó, las imágenes masculinas para esta parte de la exposición.
Lo que llamo mi atención fue, la pintura del conde Tadeusz de Lempicki, quien fué su marido y que en el tiempo que pintaba la obra, transcurrió su divorcio, y así, en consecuencia dejaría la obra inconclusa, exclusivamente dejando así la mano izquierda del retrato.
Este cuadro transmite una profunda admiración, por el Conde, que majestuosamente lo muestra en refinada actitud, envuelto en un abrigo negro, que acentúa su masculinidad y porte ayudado por los trazos rectos del neocubismo.
Exquisito contraste de emociones que transmite la artista, pasando de la admiración al desdén y resentiminiento; así en consecuencia, dejándo el cuadro en el olvido.
La parte final de la sala cierra con broche de oro, con varias pinturas que cautivan la atención, por su sensualidad, equilibrio y manejo del color, así como proyectan las emociones del retratado en perfecta forma, por todas las herramientas y recursos de tan extraordinaria pintira que es; Tamara de Lempicka.
Tres cuadros son extraordinarios: El primero de ellos es una mujer de formas generosas recostada en un sillón, entallada en un neglige de satín rojo, en donde telegrafía con toda sensualidad los detalles de las voluptuosas formas de la mujer retratada, jugando la pintora con los pliegues y lineas del satín, para lograr el efecto deseado.
La posición y mirada tímida y a la vez lasciva, emana un desnudo del renacimiento italiano, o a la maja vestida de Goya.
Las otros dos poderosos cuadros que me cautivaron al final del trayecto, fueron:
Una mujer de sensuales y encendidos labios rojos, envuelta en una mascada azul y un gorro muy ad-hoc a la época de los veintes, con un poder cromático delicioso de el contraste de azules de la mascada y el rojo encendido de sus labios.
Por ultimo el cuadro, que bien puede ser la portada de su obra.
Donde una joven mujer, es retratada en sensual vestido de delgadas y finas telas, que en un exquisito juego, por los pliegues y el viento, la pintora provoca telegrafíar los sensuales pechos y tiernos pistilos de la joven.
Aderezando esta imagen, la joven porta unos elegantes y entallados guantes blancos que escalan por el antebrazo de la dama, que en apurado gesto, se detiene el sombrero del efecto que causa el viento, haciendo travesuras en favor del ojo masculino.
Este exquisito momento capturado por la artista, es percibido por el espectador con toda la fuerza que pretende la pintora.
Bella, moderna y elegante: Tamara de Lempicka, se adelantó a su época, pues bien con esa imagen, podría representar cualquier campaña moderna, de alguna línea de perfumes o talvez, ser un icono de la mujer moderna; imagen por la que cualquier publicista, se desviviría o por su obra.
ME ENCANTA DE LEMPIKA !!!!!!!
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