Las Magdalenas: Desnudo, erotismo y cupido.






Era un domingo aburrido y Pedro en su compleja y atormentada existencia,  bastante solitaria,   circunstancia que
lastimaba gracias al abandono en su matrimonio; dolía  tanto… ¡ que quería salir corriendo!
,  respirar para no asfixiarse,
para no recurrir a esos pensamientos depresivos al contemplarse en un mundo
solitario. Trató de escoger algo alegre con que arroparse, pero no tenía sentido ninguna prenda,  más
que  el color negro. Con apatía
tomó un pantalón de mezclilla negro y una camisa azabache de lino, se acomodó
la cruz en el pecho y salió en esa grisácea tarde.
Se dirigió  sin rumbo, en medio de
pensamientos tormentosos y deprimentes… ¿ Porqué tenia que ser tan aburrida la
vida? ¿ Por qué le era tan difícil encontrarse a gusto ? , ¿ Cómo es que
no disfrutaba una tarde común, como los demás en un domingo en casa,viendo televisión?, ¿ Porqué necesitaba algo más, algo
complejo que saciara su taciturna existencia? .
   Deambuló en su auto y sin pensarlo
estaba en el centro, enfrente del museo escuela de San Carlos, donde se presentaba: Las
Magdalenas, erotismo y desnudo del renacimiento.

Con cierta timidez entró al recinto, se observó en su negro
atuendo y sintió cierta paganidad en su persona. Se visualizó
como un extraño a las obras de arte sacro del recinto, pero se gustó. Saboreó el desafió y se abrió un botón de la camisa, sintió deleite en retar esa mojigatería
 y se percibió a gusto con si mismo…
Esa rebeldía le invitó a ver el
arte desde otro punto de vista, precisamente empezó a ser testigo del erotismo
escondido en las obras, pensó en
la  penitencia aislada, condolida de la Magdalena, con los brazos cruzados y los hombros desnudos, en viva imagen del arrepentimiento, cuando la desnudez era un castigo, y sensibilizado, se
intoxicó  del deseo contenido de
los artistas de esa época para expresar esa sensualidad. En tiempos aquellos, solamente se permitían las pinceladas con  arte religioso y el tema de las
Magdalenas, eran la mínima ventana permisiva para  expresar esa sensualidad
reprimida y así, el enorme recurso erótico de la prohibición-atrevimiento-castigo,
 permitía imprimirle con genialidad,
la más humana de las sensaciones al arte pictórico: La sensualidad.




En esa empatía de rebeldía  con
los artistas
y la Magdalena, se sintió deliciosamente deshonesto e impuro y se
suspendió en una atmósfera
interactiva de esa manifestación artística, se acomodó en primera clase y flotó
de gusto en los pasillos con esa nueva perspectiva de percibir el arte.

Sus ojos devoraban la incertidumbre de la mirada de la Magdalena ,  arrepentida, y  que a veces retaba con cierta mirada
lasciva, melancólica, de ¨lo que
iba a extrañar¨, de esa vida frívola. Esa mirada incierta le despertó un especial
interés, así como  detonó efervescer su sangre...

 Los cuadros con hombros desnudos y pechos semi cubiertos se sucedían unos a
otros y en los costados del pasillo, esculturas en mármol de Venus desnudas,
cupidos y torsos, acompañaban la obra pictórica; pero en un
instante…sintió que le observaban, la sutileza de una mirada en su
espalda le atisbaba, no eran vistas que acusaban, sino una contemplación diferente, de algo más… y decidió no voltear. Olfateó un excéntrico perfume y decidió esperar unos segundos, quería
percibir algo más sin verle. Con sigilo giró la cabeza para ser testigo del dueño de esos ojos… Era una preciosa fémina que
se giró apenada al ser sorprendida. Pedro le miró de reojo y se encantó del
empático negro que la delicada figura ataviaba; entonces, de súbito indagó a la bonita joven, buscando sus pupilas le capturó atisbándole... No podía ya  evitar 
más iniciar la conversación, tenía ese poder de la rebeldíaen sí ,y decidió darle rienda suelta. Le preguntó si le gustaba la obra, sin dejar de mirarle a los ojos.--- Le contestó que sí--- , que le había provocado algo
diferente a lo que esperaba, que le había atrapado… Pedro le preguntó ¿Por qué te atrapó? y ella le contestó: "Que le había provocado cierto poder la mirada sensual de las
Magdalenas
" --sin dejar de mirar a Pedro --.

 Sin darse cuenta ya habían
rodeado la sala, y volvieron a
pasar por las esculturas. Pedro  se
percató que de uno de los hombros se había desmayado el delgado tirante del vestido, dejando
entrever una pequeña estrella negra, delicadamente tatuada. Una inyección de éxtasis
entró en su cuerpo, retó sus ojos y ella no cedió en su mirada, lo contemplaba
como el lance lascivo de la Magdalena y Pedro se acercó lentamente,
deslizó con pausada suavidad el
otro tirante y sin dejarle de mirar directamente a los ojos, le
susurró delicadamente -- " yo percibí algo más"… Ella se acercó con sutileza y con cierta timidez traviesa,  pero
sin dudarlo, puso su mano en el pecho desnudo que asomaba el tejido viril del pecho de Pedro y
le comentó en vos baja -- ¿ Qué más?
-- "ésto" contestó Pedro y encendió sus labios con un beso suave, delicadamente húmedo . Ella se detuvo un poco… muy poco y
Pedro le tomó la mano. La llevó a
un recoveco de la sala en donde mágicamente una puerta bostezaba, --era un
pequeño closet donde había cubetas y material de limpieza—ahí, Pedro la tomó
por la cintura y la besó otra vez, ella cedió emitiendo un pequeño pero
sensual gemido, que provocó líbido en su torrente, su boca devoró en forma
de beso el cuello desnudo apartando sus cabellos, ella cedió aún más,
levantando su pierna, permitiéndole a Pedro explorar la tibieza de esos muslos divinos; entonces, sintió deseo de beberla, como si fuese un vampiro que profanaba a una bella
mujer en medio de una iglesia… eso le excitó mucho, y al parecer a ella también... En ese
torbellino de pasión, hicieron el amor a punto del desmayo, ambos
compartieron casi cegándoles, una luz blanca, intensamente hermosa.  Casi sin aliento y con las
piernas desvanecidas, se compusieron los vestidos y salieron del desván. Pedro miró de reojo  y percibió el
rostro infantil de una de las estatuas de cupido que acompañaban la exposición
y se le quedó grabado el gesto travieso y casi perverso del cupido. Y... como en un –deja vú—entrevió que no
tenía flecha el arco, volvió a mirar y el arco estaba con flecha, sonrió y su
mano se imantó fundiéndose con la de ella y prosiguieron juntos el recorrido.



¨El amor es la vida misma, el amor es involuntario,
ocurre, pasa como una enfermedad o como una iluminación divina,
característica del amor que se desprende delmito es la trasgresión, que casi siempre lo acompaña. Eros no tenía derecho de
enamorarse de una mortal y, sin embargo, no es capaz de sustraerse al
sentimiento que lo invade…aunque lo más humano que existe es el amor”

                                                                                                                                     Eros y Tánatos




Armando Díaz. 






El amor secreto de Rossetti



El equivalente a Eros en la mitología Romana: es Cupido.





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